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No soy Beatriz de Mesina... Pero puedo ser tan ácida y corrosiva como ella. Y si no, que se lo pregunten a Wayfarer... Pero, como casi siempre, todo es mucho ruido y pocas nueces.

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Beatriz de Mesina/Female/21-25. Vive en Spain/Madrid/Móstoles/Hospital, habla Spanish. Pasa 20% del día contectado/a. Usa una conexión de Fast (128k-512k). Y le gusta Baile/Cine.
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Viernes, 06 de Febrero, 2004

Fox Stinger: GÉNESIS

Capítulo 4: Un encuentro inesperado. El misterioso Juan Pedro.

Stinger y Juan Pedro bajaron por unas escaleras. Al final de éstas hallaron dos puertas. Se separaron al ir cada uno por una. Juan Pedro entró en una habitación llena de sangre y líquido verde, donde cogió una tarjeta de seguridad, encontrándose un monstruo. Mientras, Stinger, al creer ver a alguien, se introdujo en un pequeño jardín sin hallar a nadie. Juan Pedro fue a reunirse con él pero no le encontró. El monstruo le persiguió y Stinger salió disparado de una ventana por la que apareció su antiguo compañero de cuarto en la fortaleza, el cual se veía ligeramente cambiado. Ambos seres se iban a enfrentar. Juan Pedro y Stinger entraron por otra puerta y posteriormente hubo una explosión seguido de un temblor.

-¿Qué habrá pasado? - quiso saber Stinger con curiosidad-. Vamos a comprobarlo - concluyó titubeando.

Abrieron un poco la puerta. No quedaba nada de los cuerpos, sólo un charco verde fluorescente que paulatinamente menguaba su brillo, evaporizándose al final.

-No comprendo lo que puede haber ocurrido. Tal vez alguien se haya encargado de ellos - conjeturaba Stinger cerrando la puerta.

-Puede ser. De todos modos se estaban convirtiendo en Genéticos, así que no te extrañe que se hayan eliminado entre ellos - esclarecía Juan Pedro.

-Sabiendo que hay Genéticos debemos darnos prisa en encontrar una salida y averiguar qué es este lugar tan..., siniestro. Vamos.

Se adentraron, yendo en lobreguez.

De nuevo alguien les estaba observando a través de una pantalla holográfica que flotaba en el aire. Ahora el misterioso personaje se veía en una sala con columnas y con vidrieras casi a ras del suelo, hasta el techo. El suelo era de mármol, reflejando todo como si fuese un espejo. Al fondo unas cortas y estrechas escaleras que conducían a un trono que se situaba de espaldas, donde el misterioso personaje se sentaba, sin poder vérsele.

Los pasos de una bella joven le avisaron de su presencia. Cerca del trono, la joven se detuvo.

-Ya estoy aquí, Doctor. Ejecutaré sus órdenes - comunicó con voz suave, cálida.

La muchacha tenía los ojos color miel. Su color de pelo era azul oscuro y largo, llevándolo recogido. De tez morena, llevaba casi una imperceptible cicatriz en la ceja izquierda. Sus piernas eran largas y esbeltas y tenía un busto considerable.

Vestía con una corta chaqueta vaquera de color gris, con una camiseta ajustada de cuello alto del mismo color. Llevaba, también, unos pantalones ajustados de licra y encima una minifalda. Sus botas, como todo, eran grises y llegaban a la rodilla acabando en forma de pico.

Era muy seductora y femenina.

-Así me gusta. Me ha costado mucho reprogramarte pero por fin uno de mis experimentos tiene éxito aunque estoy muy cerca de crear el Ser Humano perfecto - hubo un silencio-. Quiero que te hagas amiga de esos dos que hasta ahora han logrado sobrevivir, sobre todo del más joven. Me recuerda a mí. Siento en él una energía fuera de lo común...

-Yo no he notado nada mi Señor - rebatió la joven.

-¡Silencio! Quiero que te ganes su confianza y que averigües todo sobre él. Es posible que tenga la Biblia Oscura.

La muchacha se marchaba haciendo mutis cuando El Doctor la reclamó a mitad de camino hacia la salida.

-¡Démonah! - la joven se volteó sin decir palabra-. No me falles.

La chica bajó la cabeza en señal de respeto y se fue.

-Buena chica. Me traicionará- platicaba El Doctor con su soledad -. Si ese chico es el que se menciona en la Biblia de la Luz, debo capturarle y deshacerme de él antes de que aumente su potencial. Todos los mundos tienen que ser míos - después de decir esto, se rió a carcajadas.

Por su parte, Stinger y Juan Pedro, se metieron por otro estrecho pasillo que atravesaba un jardín. Sus muros llegaban por la cintura para luego dar lugar a ese cristal de plástico duro.

Se podían ver las densas nubes negras y la violenta tormenta.

-Otra vez noto una presencia, pero ahora es diferente - exclamó Juan Pedro.

-No bromees. Aunque, por lo que se ve, aquí todo es posible.

Al final del pasillo vieron una puerta metálica manchada de sangre seca y como si algo bastante afilado la hubiera golpeado para conseguir abrirla.

-Me estoy acostumbrando a esto de la sangre... Bueno, y también a la tensión que produce.

-Nerviosismo, miedo psicológico y adrenalina - aclaró Stinger.

Poco después una chica, que venía corriendo a la vez que miraba para atrás, chocó con Juan Pedro.

-¡Hey! ¡¿De dónde sales tú?! - preguntó Juan Pedro examinándola.

-De Venus, no te digo - pensó la joven -. Me desperté en una habitación. De repente un monstruo por la ventana... - exponía casi sin aliento-. Escapé. Vengo huyendo de él.

-Qué chica tan rara. Tiene demasiada ropa. No me fío de ella - pensaba Juan Pedro en silencio.

-Mi nombre es Elisabeth pero prefiero que me llamen Ely, con "i" griega.

-Bonito nombre..., Ely - comentó Stinger.

-Gracias, ¿y vosotros? ¿Cómo os...?

-Siento interrumpir este interesante tema. ¿No deberíamos intentar abrir esta puerta cuanto antes? - dijo dándole una patada a la puerta.

-Qué antipático - continuaba pensando para sí, Ely-. ¿Y no sería más fácil salir por la puerta principal? - cuestionaba la seductora joven.

-Es que Stinger se ha empeñado en investigar esta fortaleza para encontrar gente y ayudarlos a escapar y, de paso, algo que nos explique qué es lo que se cuece - informó Juan Pedro atropellando las palabras.

-¿No sabéis que la curiosidad mató al gato? Dudo que haya gente que se preocupe desinteresadamente por otros. Normalmente se hace para conseguir algo a cambio.

-Da pena que pienses eso, Ely. Estoy seguro que lo haría cualquiera. Hay que ayudar a las personas que necesitan ayuda, aunque nos cueste algo. Yo creo en las personas.

-Eres muy gracioso pequeño. ¿Cuántos años tienes? No has vivido lo suficiente. Cuando crezcas te darás cuenta.

-Mira quien fue a hablar. Cree lo que te dé la gana, estoy seguro de que existen personas así.

Ely se quedó de piedra con la respuesta tan defendida de Stinger.

-¡¿Queréis dejar de decir tonterías y concentraros en lo que importa?! - dijo Juan Pedro malhumorado.

Éste examinaba a Ely, ésta a Stinger y éste, a su vez, investigaba la manera de abrir la puerta. Vio un panel tapado por unas ramas secas. Las apartó y se hicieron añicos.

-¡Vaya, hombre! Necesitamos una tarjeta de seguridad de nivel seis para la apertura de esta dichosa puerta.

-¿Una tarjeta? Yo encontré una... - decía al tiempo que sacaba algo de la goma del calzón-. Tarjeta de seguridad en el cuarto en el que estuve. Toma.

Stinger memorizó los tres números que portaba la tarjeta a pesar de que tenía que introducir seis cifras. Después la pasó por la banda magnética..

-¿Qué...? No se abre - se quejó Stinger.

-¿De qué nivel es la tarjeta? - preguntó Ely.

-Pone - decía mientras lo miraba-. Nivel tres.

-Claro. Según creo, se necesita una del mismo nivel o superior para poder acceder a esa zona y yo sé dónde se encuentra.

-¿Dónde? - interpelaron a la vez Juan Pedro y Stinger.

-En el despacho franco. Pasé por allí mientras escapaba del monstruo.

-Vale, iré yo. Vosotros esperadme aquí - dijo Stinger con iniciativa.

-¡Un momento! Tú no sabes dónde está el despacho franco, yo sí. Te acompañaré.

-¡No! Yo acompañaré a Ely, tú esperanos. Si nos topamos con el monstruo ese le haré frente, sin embargo si vas tú, podéis morir - razonó Juan.

-De acuerdo, como prefieras, pero el riesgo es el mismo esperando que no. Venga, iros.

Se fueron corriendo. Ely no pudo evitar mirar hacia atrás, a Stinger. Éste se quedó solo, observando la puerta. Fue cuando se dio la vuelta, como para irse, que emitió un ligero chasquido. Se acercó y apoyo su mano sobre ella, abriéndola. Llamó a sus compañeros con todas sus fuerzas, mas se encontraban lejos y no le oyeron. Dubitativo, se aventuró a entrar. El portón de hierro se selló produciendo otro chasquido, este más fuerte, que produjo un profundo eco.

Pronto, Juan Pedro y Ely llegaron al salón central, en donde estaba la salida principal y unas escaleras que, al subir, se dividían en dos direcciones. Procedieron a subirla cuando Ely paró a Juan Pedro con su mano izquierda en el pecho de este.

-¿Y ahora qué?

-Es raro. Presiento una fuerza muy fuerte - comentó Ely en voz baja.

-¿Una fuerza fuerte o una fuerte fuerza?

-No es momento para bromas.

-Es cierto - cavilaba-. ¿Hablas en serio? ¿Puedes percibir la energía vital?

-Silencio.

Seguidamente escucharon a lo lejos un portón cerrarse. El sonido procedía de arriba. Fijaron la vista hacia el final de las escaleras. Un tipo de lo más intrigante apareció por el lado izquierdo, deteniéndose enfrente de la escalera y de ellos.

Vestía unos pantalones cortos y botas de militar. Una camiseta de manga corta de color gris que le estaba corta de cintura, viéndosele los abdominales y sus anchos brazos. Sus ojos eran negros, inundándole todo el globo ocular y el cabello corto, de punta y de color azul.

-¿Y ese tío tan ridículo? - sobreactuaba Juan con asombro-. Irradia una energía muy fuerte - decía con ironía.

-Toma la primera puerta a la derecha, tienes que subir por un ascensor que te dejará justamente delante del despacho franco - indicaba Ely.

-¡¿Cómo?! ¡¿Vas a enfrentarte a él?! Lo siento nena pero esto es asunto mío. No quiero parecer presuntuoso, prefiero que vayas tú a por la tarjeta. Nos encontraremos en donde hemos dejado a Stinger.

-¿Qué os hace pensar que os permitiré continuar con vida? Como que me llamo Dez... ¡Moriréis!

-Que sí, que sí. Eso está por ver. Vete Ely.

Ely subió las escaleras pasando al lado de Dez.

-No te preocupes guapa, luego iré a por ti.

Ely, habiéndo dejado el peligro a su espalda, comenzó a darle vueltas al asunto.

-¿Porqué me habrá amenazado si sabe que estoy de su parte? Tendría que haber venido ese fantoche de Juan Pedro en mi lugar. No tiene ninguna posibilidad - y se esfumó tras la puerta.

-¿Qué? ¿Empezamos?

 

¿Quién ganará el combate? ¿Dónde estará Stinger? ¿Porqué de la amenaza de Dez a Ely, Démonah, si es una secuaz de El Doctor? ¿Acabará todo bien?

 

La semana que viene no te pierdas el Capítulo 5: Stinger desaparecido. Combate de féminas: Ely contra Obscura.

 

Continuará...

 

Esta historia es un relato original protegido y creado por Fox Stinger(M.N.Z.)