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No soy Beatriz de Mesina... Pero puedo ser tan ácida y corrosiva como ella. Y si no, que se lo pregunten a Wayfarer... Pero, como casi siempre, todo es mucho ruido y pocas nueces.

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Beatriz de Mesina/Female/21-25. Vive en Spain/Madrid/Móstoles/Hospital, habla Spanish. Pasa 20% del día contectado/a. Usa una conexión de Fast (128k-512k). Y le gusta Baile/Cine.
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Lunes, 22 de Marzo, 2004

Fox Stinger: GÉNESIS 1.0

Capítulo 9: La Organización y el sueño de Ely.

Cuando Stinger cayó desde el laboratorio, una sombra aún seguía diciéndole cosas que no comprendía. Juan Pedro y Ely le encontraron inconsciente. Un pequeño robot en forma de murciélago les vigilaba. Atisbaron un coche y lo pararon. Se dirigieron a un motel para poder curar a Stinger y descansar. Al amanecer, unos hombres uniformados se presentaron en el motel, subiendo a la habitación en donde se encontraban Juan Pedro y los demás y entraron bruscamente. Al parecer Juan Pedro los conocía. Algunos sacaron con violencia a Ely.

-¡Hey, dejadme en paz subnormales! ¡Soltadme! - se quejó Ely, y mirando a Juan Pedro le preguntó: - ¡Juan Pedro, ¿quiénes son estos orangutanes?!

-Señor, el otro está inconsciente. Se ve mal herido.

-¡Dejadles, son amigos! - ordenó con autoridad Juan Pedro.

-Así me gusta. Buen chico - dijo Ely con sarcasmo al tipo que la tenía apresada y que, al oír la fuerte orden de Juan Pedro, la soltó.

-Vamos a La Organización, allí podremos curarte - sugirió al que llamaban Amigo.

-¿Y qué pasa conmigo? ¿Qué pasa con Stinger? ¿Le vas a dejar después de haberte ayudado? - recriminó.

-Pasa de ellos Juan, no son tu responsabilidad.

-¡¿Qué dices?! Hemos salido juntos de esa fortaleza, nos hemos ayudado mutuamente, son mis amigos. Sobre todo Stinger. Ely... - giró la cabeza en dirección a la fémina con resentimiento: - Nunca ha sido mi intención abandonaros, así que no me vuelvas a decir lo que debo hacer y lo que no.

Ely enmudeció ante las duras palabras de Juan Pedro.

Amigo fue a la habitación de Stinger, donde le pudo ver la cadena con el triángulo invertido.

-Está bien, Juan. ¡Chicos! ¡Llevaos al herido!

-No, Amigo. Le llevo yo - detuvo Juan Pedro de manera grotesca.

-Como quieras - contestó Amigo casi sin oírsele y agachando el semblante.

Los tres compañeros bajaron por el ascensor. Amigo les acompañaba. Stinger se continuaba cubierto con las sábanas. Juan Pedro apoyó a Stinger en su fuerte y ancha espalda. Salieron del ascensor y el recepcionista se quedó embobado al ver aquel despliegue. Cuando pasaron por la puerta, al salir, varios coches negros, bastante caros, les esperaban. Quisieron llevarles en coches separados pero Juan Pedro se negó, ordenando que tanto Stinger como Ely irían con él. Ely se mostraba sorprendida, pensando que Juan Pedro, aún sospechando que ella era una enemiga, intentaba darle una oportunidad.

Entraron en el coche y se fueron.

En el coche, Amigo, todavía con las gafas puestas, sacó un pequeño maletín. En su interior había una jeringuilla con un líquido amarillo. Rápidamente se lo inyectó a Ely que estaba a su lado.

-¡¿Qué haces?! ¡¿Qué me has inyectado?!

Ely se puso a golpear a Amigo pero pronto se quedó sin consciencia.

-¡Qué carácter! Lo siento Juan, he tenido que dormirla. Es el protocolo.

Juan Pedro no vio con buenos ojos lo que acababa de hacer.

Los coches se alejaban por el horizonte, con el sol ya en alza.

Largo tiempo después, los coches se detuvieron. Ely comenzaba a despertar.

-Justo a tiempo - dijo Amigo.

-¿Qué ha ocurrido? - decía Ely somnolienta.

-Te hemos tenido que dormir. Normas - respondió irónicamente.

-Me lo podías haber dicho sin más, ¿no? - contestó más espabilada.

Salieron del coche dejando a Stinger en su interior. Inmediatamente unas personas con bata blanca y azul se acercaron con una camilla. Sacaron a Stinger con mucho cuidado.

-¿Qué demonios es esto? Es impresionante - comentó Ely dando una vuelta de trescientos sesenta grados.

Aquello era una gigantesca nave industrial, posiblemente bajo tierra, con maquinaria de última tecnología. Por allí andaban, de un lado para otro, personas con batas blancas y militares. También podían verse algunos túneles muy grandes que eran sellados como la cámara de un banco.

-Bueno, por fin en casa, ¿no, Juan Pedro? Anda, acompaña a tu salvador a la habitación y llévate también a la chica esta.

-Oye, que "la chica esta" tiene un nombre y es Ely - protestó.

-Y a mí qué me importa niña, vete ya - contestó grosero Amigo.

Juan Pedro se adelantó junto a la camilla de Stinger.

-Mira imbécil, no te contesto como te mereces porque sé estar en los sitios sino te metería una paliza.

-¿Tú? No me hagas reír, nena. Encima haces chistes..., pero chistes malos.

-¡Basta ya! Ely, acompañanos, por favor.

Amigo se aproximó a Juan Pedro.

-Oye, Juan - murmuró cerca de su oído-. A esa chica le gustas.

-¡¿Quieres dejar de decir tonterías?! Aparta anda - y le apartó del camino con un leve empujón y se quedó parado.

Ely permanecía rezagada contemplando aquello.

-Pero, ¿qué mosca le ha picado ahora a este?

Éste fue adelantado por Ely. Dio unos pasos corriendo para alcanzarla y se puso a su lado, mirándola.

-Oye guapa.

-¿Qué? - respondió de mala gana.

-Juan Pedro y tú ya... ¿Ya os habéis acostado?

Sin más, Ely le arremetió un tremendo puñetazo alejándole varios metros. Estando él en el suelo, incorporó la cabeza. Sangraba por la nariz abundantemente.

-¡Guarra! - susurró Amigo tumbado en el piso, fijando su mirada, a través de las gafas rotas de sol, en Ely.

Juan Pedro vio cómo Ely había derribado a Amigo.

-¿Te ha molestado? - le preguntó sosegado, yendo hacia el ascensor.

-Es un pobre desgraciado. ¿Ese es amigo tuyo? Yo que tú elegiría mejor a los amigos.

-Gracias por tu consejo... Démonah. Lo tendré muy presente - le clavaba la mirada con cierto rencor.

Ely no supo qué hacer ni decir. Tras un profundo suspiro de incomprensión, lo dejó pasar.

En algún lugar de La Organización, un hombre, escondido entre las sombras, es informado por Amigo, que llevaba algodón en la nariz. Se apreciaba que la sombra pertenecía a una persona de estatura media y oronda.

-Estás hecho un asco. Esa chica demuestra tener una fuerza extraordinaria, semejante a la de un Genético. Al que está inconciente no he podido valorarle. No es gran cosa. Me atrevería a decir que los sujetos que ha traído Juan Pedro son fuera de lo común - especulaba con voz ronca.

-¿Porqué lo dice Señor Poderoso?

-¿Supongo que te habrás fijado en la cadena de plata con el original símbolo que el muchacho lleva colgado en el cuello? El mismo que se ve en la Biblia Oscura. Quiero que les tengas bien vigilados. También a Juan Pedro.

-¿Porqué?

-¡Me pones de los nervios con tus preguntas! Me temo que se ha despertado en él un sentimiento por ese chico y, como no, también por la chica. Puede darnos algún que otro quebradero de cabeza. ¿Está claro?

-Muy bien señor. Como ordene - se dio la vuelta para marcharse.

-¡Ah, Amigo! - éste se detuvo en seco y se volteó -. Más vale que hagas bien tu trabajo. Ya sabes cual será tu recompensa si lo haces bien.

Juan Pedro, los médicos y Ely, llegaron a una recámara con tres camas individuales y un baño al fondo derecho. Cerca de este podía verse una ventana en el que se divisaba el mar, percibiéndose la brisa, el aroma y demás características.

-¿Hay mar? ¡Esto es una maravilla, me dan ganas de saltar la ventana y darme un chapuzón! - manifestaba eufórica.

-Yo en tu lugar no lo haría - decía Juan soriendo ligeramente -. Es un holograma.

-¿En serio? Qué decepción. Si no me lo dices hubiera sido capaz de lanzarme al agua.

-No te preocupes. Me imagino que habrá más de una ocasión para ver el mar y muchas más cosas...

Los médicos examinaron a Stinger en una de las camas. Se quedaron estupefactos, pues parecía recuperarse solo y bien a pesar de algunas heridas graves. Sorprendidos por este hecho, se marcharon susurrando entre ellos. Juan Pedro, por su parte, pulsó un botón en una pared, que era una cabecera, en la que surgió una insólita cama. Se situaba cerca de la puerta, nada más entrar a lado derecho.

Esta era ovalada, tanto en la parte superior como en la inferior. En su lado izquierdo, donde se situaba Juan Pedro, había un panel con botones de varios colores y tres pantallas que regulaban las constantes del paciente, su ritmo cardiaco y actividad cerebral. Luego, pulsando otro botón, se descubría otro panel y con otra pantalla con pequeños interruptores.

-Qué cama más chula. ¿Para qué sirve?

-La llamamos La Cama de Reconstrucción Molecular. Reconstruye los tejidos dañados del cuerpo humano, ya sean interiores o exteriores.

-Vaya, este lugar debe mover mucho dinero. ¿Qué es ese panel que acabas de abrir?

-No te creas que manamos en el dólar. En esta cama se libera un gas seguido de un fluido azul brillante que permite la curación más rápida de las heridas, pero viendo como está Stinger, tardará. Dentro de dos o tres días estará totalmente recuperado.

-Le aprecias mucho, ¿me equivoco?

-No. No te equivocas. Stinger ha despertado en mí sentimientos que quisiera que siguiesen enterrados pero él... Él es muy diferente del resto de personas, muy diferente a ti. Muy diferente a mí. Lo presiento en mi interior.

Ely estaba hipnotizada con cada palabra de cariño que brotaba de la boca de Juan Pedro, tuviendo que agitar la cabeza varias veces para despertarse.

-¿Se puede saber qué me está pasando? Son mis enemigos. Estoy con ellos por una misión que debo cumplir. No puedo permitirme el lujo de sentir nada por nadie - meditaba dentro de sus entrañas.

Sin decir nada, se fue corriendo. Juan Pedro reparó enseguida de la precipitada ausencia, intuyendo que algo la pasaba.

-¡Mierda! No puedo permitirme el lujo de sentir nada por ella, una enemiga. Cuando menos nos lo esperemos no tendrá ni el más mínimo remordimiento en intentar matarnos. Descansa Stinger. Te lo mereces - y suspiró.

Apretando un botón, la cama se cerró. Como una cúpula, un cristal envolvió a Stinger. Dentro de ella, una luz blanca embriagó su cuerpo en forma de gas, para concluir con la salida de una solución azul fosforescente. Juan Pedro se retiró. Inmediatamente se pudo apreciar como las heridas, magulladuras y quemaduras cicatrizaban con rapidez sin dejar señal.

Al poco rato regresó Ely con los ojos hinchados y algo rojos, supuestamente de haber llorado. Se dirigió a una cama, en la que estuvo Stinger antes de llevarle a la otra, se recostó y enseguida se durmió. Se inicaba un recuerdo, un sueño.

Ella se encontraba en un parque, montada en un columpio. Era una niña, de unos cinco años. Una mujer se acercó y se colocó detrás de ella. La niña echó la cabeza para atrás, sonriéndola. La mujer era joven y bella, con cabellos negros color azabache. Su rostro no se distinguía bien pero era indudable su belleza. Mecía a la niña, que sonreía feliz.

La niña, Ely, contemplaba el sol que poco se enterraba en el mar. Miró al suelo y percibió otra sombra detras suya. La mujer pasó adelante, enfrente de Ely. Un hombre continuaba balanceándola. Tampoco podía ver bien su rostro mas para ella era guapo. Además era corpulento y fuerte. El hombre dejó de columpiarla y se reunió con la mujer, los dos delante de ella.

-Papá. Mamá - dijo la niñita.

El columpio iba parándose con lentitud apremiante, al igual que el sol se adentraba en el mar. Cuando se detuvo, Ely bajó y agarró de la mano a cada uno. Sonreían felices. Se aproximaron al barranco sin llegar al final para contemplar los últimos rayos del día. Por fin, el sol se apagó y llegó la noche, la oscuridad. Aquello era una belleza, ver todas las estrellas juntas y cómo la luna, redonda y tan distante, se reflejaba en la inmensidad del océano. De improviso, se hizo presente un viento molesto. Sólo se escuchaban las olas del mar rompiéndose en las rocas de manera violenta. Unos hombres, que salieron de la nada, se acercaron a ellos. Una extraña luz les impedía ver con claridad. Los hombres, de grandes dimesiones, hacían exagerados ademanes. Ely miraba a la mujer, que ya no sonreía. Un tipo la despegó de las manos de sus padres. Ely se quedó sola, inmóvil. Otro tres comenzaron a pegar a sus padres quienes cayeron al suelo. Ely pensó que estaban muertos. Los tomaron y los introdujeron en un coche. Uno de ellos miró a la pequeña y marchó junto a ella, la cual clavó su mirada en él sin llegar a discernir algún rasgo en la persona, sin embargo, sí llegó a ver que la sonreía. Ely dio un par de pasos hacia atrás. Su rostro reflejaba horror, pavor. De entre sus piernecitas resbalaba el miedo. Los ojos se le abrieron como platos. De pronto, el hombre se presentó a escasos centímetros de la pequeña y ésta notó una presión. Gritaba mientras caía por el precipicio. Justo cuando iba a chocar con las rocas rompiendo las olas, todo se puso negro. Ely había cerrado los ojos.

 

¿Cuál es la razón de la pesadilla de Ely? ¿Qué significará? Si aún sigue viva, ¿qué sucedió después? ¿Lo sabremos algún día? ¿Quién es ese tal Señor Poderoso? ¿Amigo es de los bueno o de los malos?

 

Este Viernes no te pierdas el Capítulo 10: Enfrentamiento en la Sala de Entrenamiento Virtual. Stinger vs Mister Lobo.

Continuará...

Esta historia es un relato original protegido y creado por Fox Stinger(M.N.Z)