Fox Stinger: GÉNESIS 1.0
Capítulo 12: El sueño
de Stinger. Se revelan más secretos.
Stinger pudo salir de la Sala de Entrenamiento
Virtual. Después de recuperarse en muy poco tiempo en La Cama de Reconstrucción
Molecular, Stinger les comunica lo acontecido y que un tal Escuálido quiere
robar La Biblia Oscura. Más tarde fueron al comedor, pues Stinger tenía
hambre. Allí es donde fueron atacados por Escuálido que quería
saber la ubicación de la Biblia. Ely se enfrentó a él sin éxito.
Felipe y José, unos agentes de La Organización, al enterarse por Juan
Pedro, fueron a sacar la Biblia de la Cámara Sacra para entregárselo
a El Anciano, sin embargo fueron sorprendidos por Escuálido. José
huyó. Llegaron Juan Pedro y Amigo. Juan luchó contra el enemigo siendo
derrotado. No obstante, Amigo se enfrentó y ganó. Mas Stinger se sorprendió
al descubrir que era un traidor, pues entregó la Biblia a Escuálido.
Éste, en cambio, le engulló. Stinger intentó luchar. Finalmente,
Escuálido le atravesó el pecho con su afilada uña. Todo parecía
haber acabado cuando La Biblia Oscura comenzó a iluminarse.
-No.... ¡No puede ser! - tartamudeó
el Genético de miedo.
Era Stinger. Tenía la cabeza agachada.
Hizo un gesto extraño, cerró los puños y flexionó las
rodillas. De nuevo un aire se hizo presente, parecido al desprendido por Ely en
el comedor, pero este era más violento. Del cuerpo de Stinger afloraba una
energía de color blanco, como la luz que desprendía La Biblia Oscura.
Escuálido, al fijarse en Stinger, daba la sensación de movimiento
sin moverse. En un abrir y cerrar de ojos, Stinger se situó delante de él.
La Biblia Oscura brilló con gran intensidad, tanto que inundó todo
el pasillo sin lograrse ver nada. Cuando todo volvió a la normalidad, Stinger
estaba tirado en el suelo, la Biblia había desaparecido y Escuálido
se hallaba allí, de pie, en su forma sólida.
-¿Cómo lo ha hecho? ¿Será
este al que tanto teme El Doctor? - pensó e intentó moverse-. ¡¿Qué
me pasa?! ¡No puedo moverme! Me siento...
Agachó la cabeza con dificultad. Poco
a poco se evaporaba, desde los pies a la cabeza, dejando sangre verde.
Desde otro lugar de La Organización,
el Jefe, el Señor Poderoso, presenció, gracias a las cámaras,
todo lo sucedido. Se encontraba en el mismo lugar en donde había entablado
conversación con Amigo. Era muy lúgubre.
-Ese chico... Ha hecho desaparecer la Biblia
y ha matado a un poderoso secuaz de El Doctor. Debo notificárselo inmediatamente
- iba a salir cuando alguien se interpuso entre él y la salida -. ¿Tú?
¡¿Qué haces...?!
El Señor Poderoso fue interrumpido.
Alguien, de ojos rojos, le agarraba por el cuello y le apretaba con fuerza. Una
ráfaga resplandeciente no dejó rastro de él.
-Lo que me temía. El Principio
ha llegado - y con eso, la sombra, sus ojos rojos, se difuminó junto a la
oscuridad.
Pasaron los días, las semanas, incluso
meses y Stinger aún no despertaba y Ely continuaba herida. Un día,
Stinger tuvo un sueño.
Él era un muchacho de catorce años.
Estaba en una casa de edificios. Enfrente de él había un espejo y
se miró en él. Se veía algo raro. No parecía él
mismo pues se notaba más joven. Concretamente estaba en el baño pues
veía el lavabo, la bañera, el retrete... Saliendo de allí y
a mano izquierda, había tres caminos. Uno, girando a su derecha, llevaba
a una habitación. En ella vio un póster de un súper héroe
de cómic japonés que en cuanto vio se sintió como en su casa.
También de una serie sobre una caza vampiros. Se hallaba un televisor, una
consola de videojuegos, un escritorio...
-Un momento, este sitio..., creo que he estado
aquí antes - se escuchaba a sí mismo con eco.
Aún en el pasillo, al frente, se ubicaba
otro aposento, la de matrimonio, con la cama, las mesillas a los lados de ésta
y el gran armario que iba de una pared hasta casi tocar la puerta. A mano izquierda,
otro cuarto. En esta entró porque oía la televisión y vio a
alguien. La puerta estaba casi cerrada. La abrió. Era una chica joven. Su
cara no se distinguía, se veía borrosa pero despertó en él
un especial sentimiento, como si le unieran lazos de sangre. Ella reposaba en la
cama viendo la televisión que tenía justo delante, a los pies de la
cama. Al lado de la cama, un despacho con varias cosas encima, muñecos, cojines,
cuadernos... Escuchaba su voz, la de la chica que hablaba sola, atontado, con añoranza.
A lo lejos oyó una voz que les llamaba. El nombre de la chica no pudo escucharlo
bien pero llamó a un tal Orimá.
-Vamos Orimá- dijo la chica
levantándose -. ¡Venga! Parece que te ha dado un aire - se metía
la chica viendo que obstaculizaba su paso.
Sus voces salían de sus bocas con
eco, las cuales, a veces, no conseguía descifrar lo que decían.
-¿Yo me llamo Orimá?
- se cuestionaba oyendo otra vez su voz con eco.
Stinger siguió a la chica. De nuevo
regresó al pasillo pasando por el baño, el sitio en el que inicio
su sueño. No apartó la vista de la figura de la joven. Cuando dejó
el breve pasillo atrás, se dio cuenta que ahora estaba en el salón
de la casa. Se fijó en los muebles oscuros, algunas con portezuelas de tonos
claros de madera, y pequeños armarios arriba. Abajo también había
tres de éstos y cajones. Entraba mucha luz. Era más tarde de mediodía.
Por la mampara, por la mitad abierta, se colaba una agradable brisa, brisa de primavera,
ni muy caliente ni muy frío. Cerca de la mampara, en el lado izquierdo,una
mesa alta y larga, y en el derecho otro moblaje y sobre él, la televisión.
De improviso, sus oídos apreciaron música, música latina. Stinger
se emocionaba, le resultaba muy familiar lo que sus sentidos percibían. Luego
vio un mueble que con dos puertas que tapaban la calefacción. En la parte
de arriba, en la que se apoyaban un jarrón con flores de plástico,
papeles y algo más, era de mármol de verdad. Al lado, otro mueble
color claro, en cuyo interior había una máquina de coser y, a la izquierda,
el equipo de alta fidelidad. De refilón vio dos sofás de color rojo
con pintas negras, en forma de ele al revés desde donde él estaba,
dejando un minúsculo espacio cuadrado, lugar para una mesa, también
minúscula, con una lámpara, y entre los sofás, casi en medio
del salón, otra mesa más alargada.
-¡¡¡Orimá!!!
- volvió a llamar la voz de una mujer, una voz chillona.
-Si venía detrás de mí
- se le oía decir a la chica desde el salón.
-¡Voy! - contestó Stinger
por inercia, sin querer.
Ahora pasó a otro escueto pasillo,
la entrada de la casa, en la que había otro mobiliario. Una mesa de madera
con la superficie de mármol de imitación de color blanco con pintas
negras y en donde había una botella de vino en forma de balón de fútbol
revestido como si fuera uno. Al estar vacío era utilizado como florero. El
cuello de esta original botella era un poco ancho en el que se podía ver
el color de la botella, verde oscuro. Encima de la mesa había propaganda
de pizzerías y algunas cartas. Arriba de ésta, colgado en la pared,
un espejo tan largo como la mesa, con un ornamento oro, que no lo era pues estaba
algo ennegrecido. Stinger volvió a mirarse con extrañeza, como si
fuese otra persona, examinando cada detalle de su cara, viendo en la pared contraria,
un par de pequeños cuadros de paisajes. Enseguida entró en otra estancia,
la cocina. Era algo grande pues se notaba que la pequeña terraza que podía
haber tenido lo habían abierto y juntado con el resto de la cocina. A mano
derecha, dos pilas de fregadero, el cual el derecho estaba ocupado por algunos vasos
y sartenes. En la parte superior, una estantería con rejillas en donde se
escurrían los platos. A la izquierda de esto, un par de alacenas, lugar para
guardar la miel, el azúcar, el arroz... Y debajo una mesita. En ella, una
cafetera y un vaso ancho y algo largo de color verde oscuro, con la boquilla en
forma de uve. Ahí dentro se dejaban algunos cuchillos, las cucharas y los
tenedores. Debajo, una alacena. Justo al lado, la nevera. En el lado opuesto se
apreciaba una larga mesa blanca, que iba desde donde comenzaba la nevera hasta casi
la puerta, con cosas por encima. Pan de molde sobre una especie de caja blanca que
se abría de arriba a abajo y en el que también se guardaban cubiertos.
Luego, próximo a esto, otras diferentes en las que se consevaba la sal, cajas
blancas con la partes superior de madera, y papeles de propaganda.
La chica estaba en lo que antes era la terraza
de la cocina, la cual daba al patio. Stinger se acercó a la joven que se
apoyaba en algo cuadrado que se sacudía con fuerza sin moverse demasiado
pero provocando un ligero ruido de motor yendo a mucha velocidad. Era la lavadora
y, pegada a esta, la secadora. Stinger giró la cabeza a la izquierda. Comenzaba
a ver las cosas más lentas y borrosas. Una mujer bajita, morena con pelo
corto, cocinaba pues tenía ahí la cocina.
-¿Mamá? - dijo admirado
y contrariado.
La mujer se dio la vuelta. Lo hacía
lentamente, muy despacio.
-¡¿Orimá?! - gritó
la chica que se hallaba a su lado y detrás intentándole tomar antes
de que cayera al suelo.
Todo iba muy lento hasta que todo empezó
a oscurecerse y no pudo ver más.
-¡Orimá! - escuchaba
Stinger las voces entremezcladas de la joven, la mujer y Juan Pedro-. ¡Stinger!
¡Stinger! ¡¿Te encuentras bien?! Creo que ya vuelve en sí.
-¿Móstoles? ¿Villa Europa?
¿Mamá? - balbuceó en estado de delirio.
-No le entiendo bien. Está delirando
- decía un médico con el oído cerca de la boca de Stinger -.
Dejémosle descansar. Vayamos a ver cómo está su amiga - y se
fue el médico acompañado por Juan Pedro, que se mostraba preocupado.
En cuestión de segundos, Stinger despertó.
En ese momento entró Ely escayolada, quien se sorprendió al verle
dispuesto a levantarse.
-¡No te muevas! - exclamó yendo
casi corriendo con las muletas a la cama de Stinger -. Me han dicho que quedaste
muy mal herido. Casi no lo cuentas.
Stinger vio que Ely llevaba un brazo y una
pierna escayolada, precisamente el brazo izquierdo y la pierna contraria.
-¿En serio? No me acuerdo de nada
y tampoco me duele nada.
-De verdad que eres sorprendente. Me dijeron
que fuiste tú quien nos salvó de Escuálido y La Biblia Oscura...
-¿Puedo hacerte una pregunta? - interrumpió.
-Claro. Por lo que se ve parece seria.
-Tú trabajas para el enemigo, ¿no
es cierto?
-¿Porqué lo dices?
-Creo que es obvio. Los amiguitos de El Doctor
ese te llaman Démonah, nombre al cual tú respondes, por lo que he
deducido que eres una espía y tienes una misión.
-Vaya, además de fuerte eres inteligente,
sagaz y perspicaz.
-No me hagas la pelota - sonrió Stinger-.
Es broma. Cuéntame, tal vez pueda ayudarte.
-Lo dudo pero te lo contaré. Lo que
recuerdo es que mis padres murieron asesinados por unos hombres muy fuertes y lo
último de mis recuerdos pasados es que El Doctor me salvó y me rebautizó
con ese nombre, sin embargo mi auténtico nombre es Elisabeth, Ely me gusta
más.
-¿Y con qué propósito
te llevó a estar con nosotros?
-El Doctor quiere apoderarse de La Biblia
Oscura para poder fusionarla con otro libro, La Biblia de La Luz, y de ahí
saldrá un nuevo ser humano, el legendario El Génesis.
-¿El Génesis?
-Exacto. No sé muy bien quien es,
según tengo entendido es un ser con un poder sobresaliente, capaz de viajar
a través de los mundos o unirlos. No me acuerdo bien.
-¿Qué es eso de viajar y unir
mundos?
-Ni idea pero sé que El Doctor teme
que aparezca aquél llamado El Principio, que duerme, según
él, y que despertará en este sueño para echar a perder todos
sus planes.
-Qué complicado. ¿Y piensas
seguir colaborando con ese..., Doctor?
-He estado pensando mucho en ese asunto.
Si te soy sincera estoy bastante confundida. Escuálido me dijo algo. Me dio
a entender que El Doctor sólo me utiliza para lograr sus propósitos
sin importar lo que me pase. Para él no soy nada, así que me estoy
replanteando mi posición. Además, no sé por qué pero
estoy muy a gusto con vosotros. Nunca he tenido amigos, he estado encerrada toda
mi vida. Mi corazón me dice que mi destino es estar a vuestro lado, al lado
de Juan Miguel... De ti.
-Puedo decirte con toda seguridad que en
mí tienes un amigo para lo que necesites y estoy seguro que en Juan Pedro
también.
-Juan Pedro parece buen tío, me cae
bien, no obstante no le digas todo lo que te he contado, por favor.
-Descuida, tu secreto está a salvo
conmigo aunque creo que deberías contárselo tú personalmente.
-Tal vez lo haga... Cuando esté preparada.
Aún no.
Se quedaron en silencio, un poco pensativos
sin pensar en nada en concreto. Segundos más tarde, Juan Pedro apareció
en escena.
-¡Qué sorpresa, ya estáis
bien los dos! Ely, el médico te está buscando. Stinger, estoy impresionado
de tu recuperación. Con todo lo que pasó... Otro hubiera tardado más.
-Ya ves. Oye Juan Pedro, siento la muerte
de Amigo pero debes...
-Sí, yo también. Ha muerto
como un héroe, por salvar La Biblia Oscura. Ahora no sabemos dónde
está - dijo con el semblante cabizbajo.
-¿Y por qué no le preguntamos
a El Anciano? - sugirió Stinger.
-Es verdad. Lo que pasa es que El Anciano
ha desaparecido al igual que La Biblia Oscura.
-Bueno chicos - interrumpió Ely -.
Tengo que ir a la enfermería. Luego nos vemos - y se marchó alicaída.
-¿Qué la pasa?
-Ya sabes, cosas de mujeres. Nunca sabes
lo que les ronda por la cabeza. Noto que te preocupa mucho.
-¿Se me nota? - preguntó con
la confirmación de Stinger -. Voy a tener que ser más discreto - y
sonrió ligeramente -. Pero no hay que olvidar que es nuestra enemiga - concluyó
más serio.
-Estoooo... Juan Pedro, hay algo que quería
preguntarte hace tiempo.
-Dime Stinger.
-¿Quién eres en realidad? ¿Quiénes
sois? Porque la tecnología que tenéis dudo que la tenga alguien más.
-Está bien, te lo contaré pero
no le digas nada a Ely, a pesar de todo continuo sin fiarme de ella.
-Es buena chica, como tú.
¿Qué será lo que le
contará Juan Pedro? ¿Porqué motivo preguntará tanto
Stinger? ¿Averiguará algo? ¿Qué ocurrirá con
Ely? ¿Y con La Biblia Oscura? ¿Porqué es tan importante?
No te pierdas el Viernes el Capítulo
13: La Organización es destruida. Rumbo a Villa Europa.
Continuará...
Esta historia es un relato original protegido
y creado por Fox Stinger(M.N.Z.)