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No soy Beatriz de Mesina... Pero puedo ser tan ácida y corrosiva como ella. Y si no, que se lo pregunten a Wayfarer... Pero, como casi siempre, todo es mucho ruido y pocas nueces.

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Beatriz de Mesina/Female/21-25. Vive en Spain/Madrid/Móstoles/Hospital, habla Spanish. Pasa 20% del día contectado/a. Usa una conexión de Fast (128k-512k). Y le gusta Baile/Cine.
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Viernes, 03 de Septiembre, 2004

Fox Stinger: GÉNESIS 3.0

Capítulo 30: La aparición de Tarsis. Stinger descontrolado.

Stinger se despertó en una habitación. Quiso levantarse cuando una chica le detuvo. Su nombre, Jennifer, Jenni para los amigos. Ella se fue y Stinger marchó junto a Juan Pedro. Con él, al tocarle, le sucedió algo insólito. Notaba cómo de él se le iban las fuerzas por medio de su mano en donde una luz blanca y brillante curaba a su amigo. No creyó haberlo hecho él, así se dirigió a Ely. También la tocó pero, en un principio, no ocurrió nada, no obstante, al rato comenzó a sucederle lo mismo sin poder retirar la mano. Tras mucho esfuerzo pudo hacerlo, cayendo al suelo. Allí un niño le observaba. Estuvieron hablando y al parecer era un híbrido entre Ser Humano y Genético pues una de sus características son los ojos negros. Tenía una habilidad y, poniéndole la mano en la frente, pudo escuchar y ver cosas que misteriosamente no dijo a Stinger. Más tarde Carlos, como se llama el niño, decidió enseñarle el jardín.

Mientras se alejaban, Jenni les observaba con un brillo en los ojos, se alegraba que Carlos tuviera un amigo aunque éste tuviera dieciocho años.

En el jardín, Stinger se quedó boquiabierto por la espectacularidad de aquello. Había toda clase de árboles, desde el más pequeño al más grandes, sauces llorones y secuoyas hasta manzanos y cocos. Se observaba una variedad casi infinita de flores extrañas con diversos colores. También se veían diferentes animales e insectos y una gran cascada artificial. Era un paraíso en donde los animales podían entrar y salir a su antojo. Estaba al aire libre. la cascada caía del interior una montaña fabricada de tal modo que parecía totalmente de verdad en el que el agua reposaba en un tranquilo lago repleto de seres acuáticos u otros que solamente se acercaban a beber. Su dimensión era proporcional a quince campos de fútbol.

-Wow, esto es alucinante. Parece un pequeño paraíso. Debe haber costado una fortuna.

-Jenni heredó la mansión, que transformó en orfanato, junto con el granero y u montón de dinero. Hizo crear este sitio para que cualquier ser vivo pudiera subsistir. Es muy buena.

-Carlos, es así como te llamas, ¿verdad? - el niño afirmó -. Perdona que te moleste con el mismo tema pero me gustaría saber si has visto algo más.

-Sólo te diré que he visto toda tu existencia. Sé todo sobre ti, mas eres tú el que tiene que descubrir por sí solo la verdad sobre quién eres. Lo que yo te pudiera decir podría afectar tu presente o tu futuro y no quiero eso.

-Hola, Stinger, ¿qué tal? - interrumpió una voz femenina en la conversación.

-¡¿Tarsis?! ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Dónde has estado?! ¡¿Qué te pasó?! - bombardeaba Stinger con sus preguntas.

-¡El Anciano! - exclamó Carlos para sus adentros, agachando sutilmente la cabeza con reverencia y retirándose hacia atrás sin que Stinger le viera.

-He venido a hablar contigo. Veo que vas siendo consciente de tu verdadero poder aunque todavía te queda camino por recorrer. Tu fuerza está aumentando y el final de esta historia se acerca.

De súbito, todo se tornó oscuro. Enfrente de él se fijó en un espejo que formaba ondulaciones de agua, haciendo de pantalla. A través de él pudo ver a un muchacho con su misma apariencia física.

-¡Soy yo! Pero, ¿dónde estoy?

-Efectivamente eres tú. Eres tú en el Mundo Supremo - decía el eco de la voz de Tarsis ya que en cuerpo no estaba presente.

Por el espejo, se veía a su Yo del Mundo Supremo, sentado en un escritorio y escribiendo en un ordenador portátil.

-Él es tu creador - continuó -. Te creó por medio de sus sueños, de su imaginación, de sus anhelos, de sus temores... Sin embargo, él no es consciente de esta realidad. Como todo Ser Humano se tiene un lado negativo, un lado oscuro, un personaje antagónico de nosotros mismos. Él, al igual que tú, no cree. No cree en su propia fantasía, que ha creado vida sin saberlo. Su enemigo es él mismo. Es aquél que quiere unificar los mundos creados por El Creador, quiere traer la destrucción. Es la Pesadilla Eterna. El Génesis. El Creador corre grave peligro...

-Debo estar soñando. Esto no puede ser real.

-Lo es y es muy importante que creas, sólo así podrás liberar todo tu potencial.

-¿Quién es aquél que tiene que proteger a El Creador? ¿Cómo se llama?

-Aún no tiene nombre porque aún no ha sido concebido. Si Génesis consigue su objetivo...

-¡¿Qué?! ¡No te detengas! ¡Habla!

-Ya te lo he explicado, todos los mundos serán uno, las pesadillas reinarán y el Mundo Supremo, cargado de sueños, nuestra esperanza, será destruido al igual que toda la raza humana. Los que sobrevivan vivirán una pesadilla por toda la eternidad.

-Así que soy una creación. Una invención. El personaje de un cuento.

-Ese chico que ves escribiendo, eres tú. Él a puesto en ti rasgos de su personalidad y otros son inherentes en ti, son tuyos propios.

-De modo que ese chico soy yo. Es imposible. ¿Cómo se llama?

-Tú tienes la respuesta y El Génesis. Solamente te diré que para combatir al enemigo tienes que confiar en tus fuerzas y habilidades, en tus sueños, en el amor, en la amistad... El Stigma es la clave de tu verdadera fuerza. Esa es la lleve al universo. Ten fe en la personas, en tu creador. Será muy duro. Verás sacrificarse a personas amadas, por eso debes ser fuerte y no decaer. Tienes un futuro. Tu creador te lo dará. Cuídate.

-¡No! ¡Espera! ¡¿Porqué has esperado tanto a contarme esto?! ¡¿Qué va a pasar?! ¡No te vayas, necesito respuestas!

Seguidamente hubo un fogonazo de luz. Stinger se hallaba tirado en el piso. Carlos miraba preocupado a Stinger que tenía los ojos abiertos pero sin pupila. Segundos más tarde, sus pupilas regresaron y, con ellas, la consciencia.

-¿Carlos...? ¿Qué...?

-Me has asustado. Te quedaste parado y en trance por largo tiempo y luego te caíste.

-¿No has visto nada?

-¿Qué tendría que haber visto?

-¿No has visto a Tarsis? Lo habré soñado - dijo aturdido y tocándose la cabeza como si le doliera fuertemente.

-Hubiera sido mejor que te quedaras en cama.

-¿Era un sueño? - pensaba Stinger dentro de su cabeza sin prestar atención a Carlos -. Parecía muy real. Me siento diferente y no sé por qué. Me vienen a la mente recuerdos y nombres que no son los míos. ¿Qué me está pasando? ¿Quién es Orimá? ¿Quién es Dusty? ¿Y Mario? Tengo la sensación de que más cosas me vienen a la cabeza pero no las puedo ordenar.

-Hey, ¿te encuentras bien? - preguntó Carlos dándole un ligero empujón en el hombro para comprobar si reaccionaba.

-¡Eh! ¡Sí, claro!

-Ya es hora de comer. ¿Te sentarás conmigo?

-Claro, eso ni se pregunta, hombre.

-Los demás se quedarán pasmados cuando te vean conmigo.

Los dos sonrieron con complicidad. Se marcharon al comedor, una sala de grandes dimensiones, con mesas muy largas en donde comían niños de todas las edades, desde los seis hasta los diecisiete. Las mesas estaban divididas por edades. Algo que llamó a Stinger la atención es que Carlos se dirigiera a la mesa de los que tenían catorce años. Todos, al verles, se les quedaron mirando. Los que permanecían de pie y veían que se acercaba, se apartaban de su camino. Algunos, incluso, no le miraban a los ojos. Stinger se quedó atónito. Se encontraba incómodo en esa situación y hasta le daba un poco de miedo. Al mismo tiempo le embriagaban sentimientos de tristeza, lástima por aquellos que miraban, o no, con prejuicios. También sentía rabia, impotencia y enojo. Carlos, por su parte, pasaba con la cabeza un poco inclinada hacia abajo, mirando de reojo al frente para v por donde ir.

-¿Se puede saber que mosca os ha picado? ¡Es un Ser Humano! ¡Es vuestro compañero, vuestro hermano! - exclamó Stinger.

-¡Es un monstruo! ¡Los Genéticos quieren matar a los humanos y él es un Genético! - soltó diciendo un chico de diecisiete años, alto y atlético, levantándose bruscamente de su silla.

Allí, Jenni presenciaba la escena.

-Olvídalo, Stinger. Pasa de ellos - le dijo Carlos con el semblante alicaído.

-¡No puedo tolerar esta injusticia! - contradijo.

Miró a todos y, después, al chico que había ofendido a Carlos, el cual le miraba desafiante. Stinger se puso muy nervioso.

-¡Retira lo dicho y pídele perdón! - exclamó.

-Y si no, ¿qué me vas a hacer? ¿Pegarme? ¿Un tío gordo?

Stinger tenía miedo de enfrentarse, de hecho se ponía nervioso. Seguidamente, de la palma de la mano de Stinger apareció una llama blanca que la rodeaba.

-¡Hey, mirad! - apuntaron los muchachos -. Él también es un monstruo - murmuraban.

-¡¿Qué me está pasando?! ¡¿Porqué me sucede esto ahora?!

Se miró la mano notando cómo su energía fluía por todo su cuerpo, cómo la fuerza salía de él.

-¡Siento un hormigueo por todo el cuerpo! ¡Quema! ¡No puedo controlarlo! ¡Apartaos! - gritó.

Atemorizado de sí mismo, extendió el brazo apartando la cara, y cerró los ojos. La onda de energía se disparó, precisamente, en la dirección en la que estaba el adolescente hostigador. Carlos, con gran velocidad, se puso en medio desviando la bola energética. No obstante, Stinger no podía para de lanzar pequeñas ondas descontroladamente. De improviso, Carlos dio un salto muy alto y largo hasta llegar a Stinger, arremetiéndole un puñetazo que le proyectó por los aires.

-¡Carlos! - gritó Jenni.

-Perdona, Stinger - dijo muy arrepentido -. Aún no controlo del todo mi fuerza.

Al ser testigos de la proeza que había desmostrado Carlos, todos se quedaron fascinados y asustados.

-Dadle las gracias. Él os ha salvado - dijo Jenni refiriéndose a todos, pero más concretamente al hostigador, con aspecto bastante serio.

Acto seguido, ésta fue a socorrer a Stinger que yacía en el suelo sin moverse.

-Es increíble. ¿Lo habéis visto? Es muy fuerte y nunca lo ha utilizado contra nosotros - murmuraban los niños entre ellos.

A pesar del temor de algunos, una niña , de unos diez años, se aproximó a Carlos.

-Eres muy fuerte, como Superman. Gracias por haber protegido a mi hermano después de todas las cosas que te ha hecho y te ha dicho. Te pareces a los súper héroes de la tele. ¿Querrías ser mi guardaespaldas? Si quieres puedes sentarte a comer conmigo.

-Claro. Gracias.

Ambos sonrieron mientras Jenni les mandaba que regresaran a sus asientos a comer. Luego fue a donde Stinger que seguía tumbado en el piso. Antes de que ella llegara, intentó levantarse. Apoyándose en la pared que tenía detrás, se tocó la nariz, comprobando que sangraba debido a un corte.

-Stinger, ¿estás bien? - preguntó Jenni haciendo que Stinger se apoyara en ella.

-Me siento extraño pero estoy bien, gracias.

-Vamos a la enfermería. Claudia - llamó a una mujer de mediana edad -. Encárgate de todo, ahora vuelvo.

Yendo a la enfermería, Jenni no podía evitar mirar a Stinger.

-¿Qué eres? ¿Quién eres? - inquirió.

-No soy una cosa y deberías saberlo. Soy un simple Ser Humano. ¿Y quién soy? Ni yo mismo lo sé.

-No te comprendo.

-No creo que lo hagas. Es una historia larga y complicada.

-Yo tengo mucho tiempo.

-Pero yo no - dijo de manera cortante -. Al parecer el futuro de los mundos está en mis manos.

-¡Ja! ¡¿Estás loco?! - expresó para romper el hielo -. ¿Estás diciendo que hay más mundos aparte del nuestro?

Stinger no respondió. Continuó mirando al frente con frialdad. Jenni no se atrevió a decir nada más. Llegaron a la enfermería.

¿Qué será lo que ha visto Carlos? ¿De qué conoce a El Anciano? ¿Qué misterio rodea a Stinger? ¿Y a Carlos? ¿Controlará Stinger sus habilidades?

No te pierdas la semana que viene el Capítulo 31: Stinger se marcha. Carlos es secuestrado. Nero, un nuevo enemigo.

Continuará...

Esta historia está registrada y protegida. Es un relato original creado por Fox Stinger(M.N.Z.)

Nota: Si alguna palabra no es comprendida por el lector, visite el sitio web de la Real Academia de la Lengua Española.