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No soy Beatriz de Mesina... Pero puedo ser tan ácida y corrosiva como ella. Y si no, que se lo pregunten a Wayfarer... Pero, como casi siempre, todo es mucho ruido y pocas nueces.

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Beatriz de Mesina/Female/21-25. Vive en Spain/Madrid/Móstoles/Hospital, habla Spanish. Pasa 20% del día contectado/a. Usa una conexión de Fast (128k-512k). Y le gusta Baile/Cine.
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Viernes, 31 de Diciembre, 2004

Fox Stinger: GÉNESIS 4.0 (Edición Especial)

Capítulo 46: Estalla el duelo. La Organización, sección X.

Después de eliminar a los híbridos vampiros, El Doctor entró en escena. Después de un breve combate, éste decidió proseguir el combate solamente con Stinger, teletransportándole a la ciudad, dejando a sus amigos en el interior del castillo, en donde les esperaba una sorpresa inesperada, Calixto, el hermano de Juan Pedro quien resultó ser el envoltorio de un ser llamado La Pesadilla Eterna. Lucharon contra él, siendo Ely gravemente herida. No obstante, pese a la diferencia de fuerza, Juan Pedro le mantuvo a raya. Pesadilla Eterna comenzó a debilitarse y se marchó. Mientras, Stinger veía como se marchaba volando pero a él le esperaba un agresivo combate contra su YO antagónico.

-No te despistes, Stinger, no te daré ninguna clase de ventaja – avisó El Doctor.

-No espero tal cosa de ti. ¿Quieres luchar...? Empieza.

Comenzaron el combate. A cada choque entre ellos había un despliegue de energía. Stinger hacía todo lo que podía pero no era tan habilidoso como para esquivar los ataques y menos detenerlos. El Doctor le elevó por los aires de una patada y le lanzó al suelo, utilizando las manos como mazo, con tanta fuerza que hizo un gran agujero en él.

-Qué fácil ha sido. Sabía que sería así aunque me hubiese gustado disfrutar un rato más.

Cuando el humo se hubo dispersado, Stinger no estaba allí.

-¡¿Cómo?! ¡Ha desaparecido! ¡¿Dónde está?! - decía mientras levitaba.

Poco después vio que se encontraba al lado del agujero, lleno de polvo y heridas con sangre.

-Es más duro de lo que yo pensaba. Mejor, esto promete ser divertido.

El Doctor descendió de las alturas y, sin vacilar, reanudó el combate siendo más letal que nunca. Ambos se separaron. El Doctor se concentró provocando un temblor agudo mientras que Stinger jadeaba ya de cansancio.

-¡¿Porqué haces esto?! El Creador te creó. ¿Porqué actúas así?

-Tú siempre tan gracioso. Yo soy un mero accidente. Quiero ser el único, quiero destruir a todos aquellos seres humanos que tienen sueños e imaginación y crean a sus héroes de cómic, como tú. Quiero crear un nuevo mundo de seres perfectos que carezcan de esto mismo. ¿Sabes lo que deseo? Deseo encontrar la puerta al Mundo Supremo, matar a Mario y fusionar los mundos para ser el amo de todos ellos y con mis nuevos poderes no habrá nadie capaz de pararme.

-Si está en mi mano el poder evitarlo, yo seré quien te pare.

-Demasiado tarde – sonrió El Doctor -. Sé donde está la puerta que me llevará al mundo de Orimá. En ese mundo está la puerta y aunque no sepa en qué lugar en concreto se encuentra es sólo cuestión de tiempo. ¿Quieres saber dónde está? – Stinger no contestó -. En el epicentro equivalente en este mundo.

Stinger se quedó congelado y recordó una de aquellas veces en la que sus enemigos, y entre sus amigos inclusive, hablaban sobre el epicentro.

-¡Villa Europa!

-Exacto. Villa Europa en el mundo de Orimá tiene conexión directa con el Mundo Supremo, sin embargo, Villa Europa está dentro de Dirdam y para asegurarme los voy a destruir.

-Eso está por ver.

Stinger reunió fuerzas. Cerró los puños y agachó la cabeza. Su cuerpo temblaba de la fuerza que hacía.

-Por mucho que lo intentes no conseguirás nada.

De la frente de Stinger, se dibujaba el Stigma. También se le ponían los cabellos blancos y de punta y los ojos azules que dejaban estela.

-No me sorprende que tengas el Stigma. Tú y yo somos iguales.

El triángulo blanco invertido lanzó una ráfaga de luz cegadora.

-Tú y yo no somos iguales. Ahora veremos si destruyes algo. Prepárate – amenazó clavándole la mirada.

Stinger se disipó en el aire ante la mirada atónita de El Doctor para surgir delante de él, atacándole con miles de puñetazos, patadas y llaves a una velocidad que su enemigo no podía sortear. Estos golpes formaban una energía alrededor cada vez que alguno de ellos colisionaba con los puños, los brazos o las piernas, como defensa, de El Doctor. Tras largo tiempo, este se retiró a una distancia prudencial, frenando a su adversario que de pronto había adquirido una destreza asombrosa. Stinger, inconsciente de sus actos, condensó una onda de energía de gigantescas dimensiones, rozando los edificios.

-¡¿Cómo puede poseer un Ki tan descomunal?! – inquirió Lilith preocupada, viendo todo desde el cielo.

Desde la esfera flotante del castillo, Juan Pedro miraba hacia abajo, al igual que Erión y Troyana que se habían recuperado un poco.

-¡Fijaos! ¡Es Stinger! – anunció Troyana anonadada.

-¡¿Stinger?! Es imposible que se haya desarrollado en tan poco tiempo y sin haber combatido mucho – expuso Erión.

Regresaron junto con Ely, que seguía inconsciente por la grave herida sufrida, y se sentaron a ver lo que acontecía.

-¿No tienes nada más interesante que decirme? – preguntó Stinger -. Entonces es el momento...

-¿Estás de broma? ¿El momento para qué? ¡No puedo morir, soy el más fuerte de todos!

De El Doctor también brotó una aura, en forma de llama, similar a la de Stinger, sólo que esta era de color negro, lanzando, así, una enorme esfera de fuerza vital después de que la hubo proyectado su opuesto. Ambas colisionaron luchando, cada una, por tragar a su oponente, creando en medio de ellas una bomba expansiva que estalló formando un gran estallido. Todo tembló. Parte de los edificios fueron destruidos y por alrededor se quedó desnudo, desierto. El castillo también desapareció. Cuando todo pasó, Juan Pedro, Erión, Ely y Troyana se encontraban suspendidos en el aire, sujetos a Erión, salvaguardados por una burbuja protectora. Ely estaba a la espalda y Juan Pedro y Troyana, tomados cada uno en un brazo. Pusieron los pies en la tierra, excepto Ely quien todavía era sostenida por Erión debido a su estado. Todo era escombro, cristales, vigas y demás materiales rotos. A Alexei no se le veía por ninguna parte al igual que a Stinger y El Doctor. La lluvia cesó y las densas nubes negras daban paso lento al sol.

-Gracias por hacer esa barrera. Nos has salvado grandullón – dijo Troyana.

Erión no emitió ningún sonido, su vista buscaba alguna señal por parte de Stinger.

-Vayámonos a Villa Europa, al motel de Lana. Ella ya no estará allí – dictaminó Erión con su acostumbrada seriedad.

-¿Qué pasa con Stinger? ¿No le buscamos? – interpeló Juan Pedro esperando una explicación convincente y razonable.

-Si no está muerto es seguro que nos encontremos tarde o temprano. Aquí ya no podemos hacer nada.

-Marchémonos - agregó Troyana en comentario -. Con semejante energía desplegada lo más lógico es que esté muerto.

-¡Cierra esa boca! – exclamó Juan Pedro acallándola.

-Tú no conoces a Stinger por lo tanto no tienes derecho a opinar – añadió Erión fríamente e hiriente.

Tras esto, Troyana se puso triste, a la vez de enfadada, y decidió no hablar el resto del día.

Lejos de allí, una luz parpadeante se extinguió. De pronto surgió Tarsis como un fantasma, acercándose, a pie, hacia algún sitio en particular. Llegado al lugar, se agachó y acarició con su mano la frente de Stinger que yacía inconsciente y con muy mal aspecto.

-Has luchado muy bien para no estar preparado – dijo Tarsis retirando los pedazos de cascotes y levantándole, ligeramente,con sus poderes -. Esto no ha acabado, para la próxima estoy convencida que le vencerás y no solo a él – después de esto, se esfumaron del mismo modo que ella había aparecido.

Dentro de un edificio medio en ruinas, por debajo de algunos vestigios de lo que antes era una ciudad, una mano sobresalía al exterior. De repente se movió y, de entre todo aquello, se desenterró El Doctor.

-Maldito Stinger. Está desarrollando una energía superior a la mía. ¿Será el poder del Stigma blanco? Juro que cuando nos volvamos a cruzar no te dejaré ni respirar. No tendré piedad – denotaba rabia y odio en sus palabras, con sus profundos ojos negros manchados de sangre.

Por su parte, Erión y los demás llegaron al motel de Lana, la cual la puerta metalizada que daba paso al interior, estaba abollada.

-Esto me parece muy raro – compartió Erión con Juan.

-Sí, a mí tampoco me gusta – concordó este.

Aún así, Juan Pedro, Troyana, Erión y Ely, esta en la espalda de Erión, se adentraron y cerraron la puerta. Se dirigieron al salón. Erión dejó a Ely tumbada en un sillón. Troyana no tardó en caer al otro para sentarse. Juan Pedro, en cambio, se acercó a Erión que se hallaba junto a Ely.

-¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo vamos a curarla si no hay médicos ni medicinas ni nada?

-No te preocupes, intentaré limpiarla las heridas e intentar curarla ese agujero. Tú descansa. Lo necesitas.

-Tú también – le sonrió.

Erión no reaccionó, estaba muy pendiente de Ely. De improviso, sonaron aspas de helicópteros, dos. Una vez en tierra, entraron tipos con pasamontañas, armados, vestidos de militares de combate.

-¡¿Quiénes sois vosotros?! – se alzó Juan Pedro nervioso y dispuesto a luchar.

-¿Están presentes Juan Pedro, Erión, Tarsis y Stinger? – preguntó un uniformado con gafas de sol muy modernas.

-Faltan dos pero hay alguien más con nosotros, una joven llamada Troyana – respondió Erión.

-¡Identificaos! – exigió Juan Pedro.

-Somos de La Organización X. El Jefe Supremo nos ha enviado para trasladarlos allí.

-¿La Organización X? Jamás he oído hablar de esa sección. Además, ¿cuándo ha venido el Jefe Supremo?

-Calma, Juan Pedro, lo averiguaremos a su debido tiempo. No tenemos otra opción que ir con ellos, son los únicos que pueden salvar a Ely, ¿de acuerdo?

-Tienes razón. Perdona. Vamos Troyana – instó.

Capítulo 47: La misteriosa Sección X.

Stinger emprendió la lucha contra El Doctor. En un último esfuerzo, Stinger lanzó una onda de energía de energía de tremendo poder, al igual que su adversario. Ambas energías chocaron, produciendo una bomba expansiva que destruyó los alrededores, incluido el castillo en donde estaban los demás. Estos se salvaron gracias a una burbuja protectora formada por Erión, el cual animó a que fueran al motel de Lana. Más tarde, Tarsis apareció junto a Stinger, llevándoselo. En el exterior del motel de Lana, unos helicópteros aterrizaron e irrumpieron en el motel preguntando por Erión y por el resto del grupo, identificándose como La Organización X, enviada por el Jefe Supremo a recogerlos.

De modo que Juan Pedro, Troyana y Juan Pedro fueron en un helicóptero mientras que Ely, tumbada en una camilla con un cinturón de seguridad rodeándole el pecho y los brazos, en otro. El viaje fue un poco largo. Sobrevolaron un descampado de verde hierba. Los cristales de los helicópteros se oscurecieron impidiéndoles ver.

-¡¿Qué significa esto?! – exclamó Troyana.

-No te inquietes, es por tu seguridad. Es un lugar oculto y secreto y debe seguir siéndolo – explicó Juan Pedro.

Erión no decía nada, mantenía los ojos cerrados, detras de sus gafas de sol, y serio. Parecía que estaba pensativo. Tiempo después, aterrizaron y los cristales de los helicópteros volvieron a ser transparentes. Al salir, descubrieron que se hallaban en un helipuerto de dimensiones extraordirarias. Allí había montones de aviones de diferentes clases y varios controladores aéreos portando luces fluorescentes para guiar a las aeronaves que aterrizaban o despegaban. Se acercaron a un montacargas también muy grande y, junto a la camilla de Ely, subieron. Ellos pararon en el piso tercero, sin embargo, Ely iba más arriba.

-Aquí nos bajamos nosotros – dijo uno de los acompañantes.

-Espera. ¿Adónde se llevan a Ely? – inquirió Juan Pedro.

-A unas plantas más arriba. Necesita ser tratada por los mejores doctores y cuanto antes.

-Está bien pero manténgannos informados.

Las puertas del ascensor se cerraron y ascendió. Juan Pedro se quedó durante unos segundos frente a la puerta.

-Juan Pedro, vamos – dijo Troyana.

Siguieron por un pasillo de paredes y suelos blancos y brillantes. Al final se pararon delante de una puerta metalizada. Esperaron en silencio hasta que por fin les abrieron. De nuevo atravesaron un breve corredor hasta otra puerta mucho más robusta que la anterior.

-No os mováis – dijo uno de los tipos.

A continuación les pasó unos rayos verdes y rojos por todo el cuerpo. La puerta se abrió definitivamente. Se introdujeron en una estancia más grande. Había personas en bata circulando por todas partes.

-Esta es la sala principal. Como veis hay diferentes puertas, cada una de ellas conducen a un sitio distinto. Vosotros os dirigís a las habitaciones de modo que tomaréis esta puerta.

Se acercaron a una puerta semitransparente. Juan Pedro intentó ver lo que se encontraba detrás de ella pero no había nada.

-Qué raro. No veo nada.

-Es que no hay nada – corroboró la misma persona que les acompañaba.

-¡¿Cómo?! – interrumpió Troyana -. ¡Eso no puede ser! ¡Nos caeremos!

-No. Al principio hay una pequeña plataforma azul semitransparente. Por aquí sólo se puede ir de uno en un. Tenéis que decir el número de vuestra habitación.

-Qué es... – continuó la frase Troyana.

-El mil veinticuatro - completó el acompañante.

-¡¿El mil veinticuatro?! ¡¿Tantas habitaciones hay?! – voceó Juan Pedro.

-Exactamente no. Hay casi cinco mil.

-¿Porqué no te descubres el rostro? – dijo Erión.

-Tú serás el primero - evitó la pregunta -. Adelante.

La puerta se abrió sola y el tipo, delgado y con poco cuerpo para ser un hombre, empujó a Erión hasta el interior.

-Ten cuidado. No pases de la plataforma azul o te caerás – avisó.

De pronto la puerta se cerró y Erión desapareció yendo a velocidad subsónica. Sin embargo, él no lo notaba puesto que se había formado, alrededor de él, una cúpula azul transparente. Juan Pedro, por su parte, aunque mal herido y cansado, estaba fascinado por todo aquello.

-Juan Pedro, eres el siguiente. El número de habitación es el mismo. Por cierto, dentro de un rato irán unas doctoras a cuidarte... Para que te animes.

-¡¿Doctoras?! ¡Guau, este sitio me mola! Estoy deseando que lleguen.

-Hombres. No hay quien lo aguante, por eso dejé a mi novio - saltó Troyana.

-Ah, pero ¿tuviste novio? Con esas malas pulgas que tienes lo dudó.

La puerta se cerró delante de Troyana sin poder contestarle.

-Cretino - murmuró ella.

Una vez que estuvieron todos en la habitación, Juan Pedro no paraba de admirar el lugar. Era un cuarto de longitudes considerables. Era un cuadrado perfecto. Nada más entrar por la puerta, que se situaba a la izquierda del pasillo, se veían tres camas a la derecha y otras tres en el lado opuesto. En una mesa se podía utilizar un ordenador portátil que estaba conectado a una red segura de Internet y un sofisticado equipo de música. Por en medio del suelo, una raya azul cielo, la cual dividía en dos la pieza y por donde salía un televisor holográfico, recorría la estancia hasta una pared, en donde se hallaba un interruptor blanco. Al pulsarlo, la pared desaparecía, dejando al descubierto el baño. La raya azul, entonces, continuaba hasta el interior. Desde dentro, y dando a un segundo interruptor de color rojo, se podía bloquear el acceso y solidificar la pared. El baño era sencillo. Lavabo con espejo, jacuzzi, retrete y bañera.

-Hum, he de reconocer que todo esto está muy bien pero jamás he oído hablar de La Organización X. Tal vez sea la sección principal y más importante de todas las secciones, no sé – especulaba Juan.

-¿Sabes quién es el Jefe Supremo? – indagó Erión.

-No, y dudo que alguien lo sepa. Nadie le ha visto.

-¿Porqué tiene que ser un hombre? Puede ser una mujer – se quejó Troyana interrumpiendo a Juan Pedro.

-Siempre ha estado fuera – continuaba pasando de Troyana -. Pensábamos que no existía, que eran rumores que La Organización se había inventado para protegerla pues dicen que es un tío muy fuerte. ¿Porqué habrá aparecido en este preciso momento? Algo se cuece aquí.

-Cocer... – dijo Troyana -. Tengo un hambre que me comería una vaca entera.

-¿Adónde llevarán a Ely? – preguntaba Erión.

-Seguramente que a la Cama de Reconstrucción Molecular aunque supongo que primero intentarán curarla por métodos más tradicionales.

-¿Cama de Reconstrucción Molecular? – siguió hablando Troyana a pesar de ser ignorada.

-Es un sistema avanzado de regeneración de células, puede hacer que cicatricen con mayor rapidez hasta las heridas más profundas, no obstante no puede hacer lo mismo con los órganos internos muy dañados.

Troyana, que nada más entrar, después de ver el baño se tumbó en la cama, estaba dormida.

-Será mejor que descansemos. No hemos parado en muncho tiempo y no sabemos si esto ha acabado.

-Sí, descansemos. Me pregunto si Stinger estará vivo y si lo está, dónde estará.

Se tumbaron, cada uno en una cama, y al instante se durmieron.

En otra parte del complejo, en un nivel inferior, bajo tierra, las puertas del ascensor se quedaron abiertas dejando entrever, desde la penumbra del interior del elevador, una figura oronda y, a la vez, musculosa. Seguidamente las puertas se clausuraron. Erión y Juan Pedro se sobresaltaron.

-Erión, ¿has notado esa fuerza? – preguntó Juan Pedro.

-Hum – respondió -. Es una energía muy parecida a... – cavilaba dentro de su cabeza -. Al parecer no le maté. Ahora es mucho más fuerte y está aquí.

Juan Pedro se puso muy serio y preocupado ya que, quien fuese, tenía un poder increíble.

-Maldito sea El Doctor. Cada vez crea monstruos más poderosos y lo peor es que está en La Organización.

Sin decir nada, los dos salieron de la habitación. Erión llevó a Juan en la espalda ya que el espacio era muy reducido, sin embargo la cúpula se amoldaba a cualquier cuerpo. Llegaron a la sala principal. Estaba desierto.

-Esto es muy extraño. Antes se veía pasar a un puñado de gente y ahora no se ve ni un alma. Además ya no noto ese Ki. Habremos alucinado – comentaba Juan Pedro.

-Aguardemos un rato. Presiento algo.

Juan Pedro observaba a Erión, quien examinaba cada rincón de la sala.

-¡Erión! ¡Otra vez!

-Mierda, no sé de donde proviene, lo siento por todas partes.

Una de las puertas, en la que ponía nivel sub 6, emitió un sonido. Al ser la puerta semitransparente, podía verse una imagen amorfa y sin definir.

-¡Qué poder! – decía Juan.

Al abrirse, Juan Pedro y Erión se quedaron de una pieza, sus caras denotaron estremecimiento.

-¡Tú! – vociferó Juan Pedro.

¿Quién este personaje que hace temblar a Juan Pedro y Erión? ¿Será amigo o enemigo? ¿Qué nuevos obstáculos se interpondrán en su camino? ¿Se recuperará Ely o morirá finalmente?

No te pierdas la semana que viene el Capítulo 48: El retorno del Señor del Poderoso.

Continuará...

Esta historia está registrada y protegida. Es un relato original creado por Fox Stinger(M.N.Z.)

Nota: Si alguna palabra no es comprendida por el lector, visite el sitio web de la Real Academia de la Lengua Española.